Roberto Argüello fue para muchos el jugador argentino con más talento natural, aunque esas cosas que el destino muchas veces tiene preparado para uno no lo dejaron despegar. La realidad de vivir su adolescencia en un país que era gobernado por una dictadura militar lo marcó para toda la vida. Este hombre que nació en Rosario, fue el primero de nuestro país en ganar el mítico Orange Bowl en 18 años, gusto que se había dado cuatro años antes en menores de 14.
"En mi vida siempre fue todo a pulmón. Nunca tuve un coach. Aprendí a jugar solo, al ir a ver a mis padres. Ellos me habían tenido siendo bastante grandes y cuando crecí un poquito les quedaba tiempo para practicar algún deporte. Y yo los iba a ver. Entonces, como nadie me enseñó nada, hasta aprendí a jugar tomando la raqueta con las dos manos. Y así seguí".
Ese detalle técnico, lo hacía un ejemplar único y en el mundo se hablaba de su capacidad. Todos venían a verlo y le ofrecían irse, pero la realidad le iba a pasar una factura muy grande. "Estuve todo el año 82 en el servicio militar, justo durante la guerra de Malvinas. Así que perdí todos los puntos que había ganado. Tuve que volver a empezar", cuenta con un dejo de humildad y resignación.
Tras perder "todos esos puntos", como él se encarga de remarcar, volvió a levantarse y en el 83 alcanzó su mejor temporada: llegó al escalón 38 del ATP. "Michael Chang ganó el Abierto de Francia a los 17 años. Yo no digo que pude ser igual a él, pero podría haber llegado a estar entre los diez primeros del mundo. El tema es que nunca tuve apoyo, salvo el respaldo anímico de mis padres, que tuvieron la cabeza bien abierta como para dejarme ir de casa de chico. Pero con eso no alcanza". Argüello fue jugador y además su propio entrenador, su manager y su agente de viajes.
Esa experiencia y su dilatada trayectoria como entrenador, que lo han llevado a moverse por todo el mundo, le dan la suficiente autoridad para hablar sobre el tenis nacional. "Veo a los chicos muy mal en los fundamentos y no hay un grupo importante de jugadores que tengan condiciones, como ocurría en mí época o la de Coria y Nalbandian. Además la parte económica es importante y acá se adolece de ellos. Creo que la Asociación Argentina debería hacer algo porque yo esperaba encontrarme con otra cosa y la verdad que me sorprendí. No hay el talento que uno ve en otros países".
"Acá los jugadores tienen falencias mentales, falencias técnicas y falencias tácticas. El nivel de los torneos que he visto es muy bajo y eso se debe a que en la etapa de formación no hay un trabajo serio y tampoco una política de estado. Tenemos la suerte que el jugador argentino es talentoso por naturaleza y que tiene ese plus extra que le da su garra, algo que no hay en otros países. Pero muchas veces con eso no alcanza".
"Con respecto a los jugadores que están en los primeros niveles mundiales, es otra cosa. En el mundo, el tenis argentino es muy respetado y admirado y eso se lo debemos a esa cámada de jugadores que han hecho todo a nivel individual. Cuando afuera se habla de la escuela argentina, todos creen que acá existe una estructura que realmente no existe. Creo que desde la dirigencia se debe trabajar para revertir todo esto y crear centros de entrenamientos en todo el país, no solamente en Buenos Aires, lo que se está visto no da resultados.
Te vuelvo a repetir, que Argentina hoy esté inserto en el mundo del tenis con una camada de jugadores se lo debemos pura y exclusivamente a esos jugadores y el esfuerzo de su familia".
Uno pudo verlo durante la semana sentado detrás de todas las canchas, es un apasionado del análisis y se nota que le duele lo que ve. "Es lamentable que habiendo tantos entrenadores de experiencia en el país y tantos ex jugadores que podrían aportar su experiencia no se haya recurrido a ellos. Yo sé que Gabriela Sabatini está apoyando económicamente el desarrollo de los menores, pero el tema es más complejo y hay que ocuparse rápidamente", lanza.
Argüello se retiró del circuito en el 91 pero, claro, siguió jugando varios challenger mientras asimilaba su nueva función de coach. Vivió muchos años en Francia, de donde se mudó a los Estados Unidos. Allí recaló en Orlando, pero siempre viajando de un lado a otro.
Entrenó a Jennifer Capriati. También fue sparring de Pete Sampras y después tuvo un lapso de tiempo viviendo en Japón contratado por la Federación de aquel país. A través de tanto andar aprendió a comunicarse en inglés, italiano, francés. En su casa se habla en portugués y en la actualidad tiene el dejo de esa lengua.

Hoy vive en Brasil, pero viaja acompañando a un chico alemán. "En un mes voy a volver a Europa y mi idea es quedarme por allá para seguir trabajando en esto que tanto me gusta", cuenta a la vez que destaca que hace veinte años que no pisaba nuestra provincia y que la encontró muy linda. "Disfruté mucho de estos días acá, me atendieron muy bien", destaca. 

Para tener en cuenta